Posteriormente Hans WELZEL desde su perspectiva finalista señalaba que el poder de la voluntad humana no se agota en el ejercicio de la actividad final, sino comprende también a la omisión como una segunda forma independiente dentro de la conducta humana, susceptible de ser regida por la voluntad dirigida por el fin. Desde el punto de vista ontológico, la omisión no es en sí misma una acción, ya que es la omisión de una acción, eso sí está referida necesariamente a una acción, no existe «omisión en sí», sino omisión de una acción determinada, por tanto, la omisión no es un concepto negativo, sino limitativo, es la omisión de una acción posible del autor que está subordinada al poder final del hecho. La omisión no significa un mero no hacer nada, sino no hacer una acción posible subordinada al poder final del hecho de una persona concreta.